viernes, 14 de enero de 2011

INTOLERANCIA



En éste corto el director Xavi Sala se sirve del velo musulmán para hablar de la intolerancia.

jueves, 13 de enero de 2011

INFORMACION PARA INMIGRANTES

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  4. organismos oficiales inmigración

LA CRUDA REALIDAD



Debemos vacunarnos contra los brotes de intolerancia y los prejuicios que todavía surgen para evitar que lleguemos a un virus social...

TESTIMONIO DE UN INMIGRANTE EN GRANADA



Marcelo Arno llegó a Cájar (Granada) procedente de Dajabon, al noroeste de la República Dominicana, hace tres años, uno después que su pareja y uno antes que sus tres hijos, dos niñas y un niño entre ellas, que tienen 17, 10 y 8 años.
A sus 41 años, Marcelo asegura que no le apetece volver. Los hijos no son bebés y están perfectamente integrados en el colegio. “Vinimos buscando aventura“, dice él; “una vida mejor”, apunta ella. Pero la difícil situación económica, con Marcelo en paro hace casi dos años, no puede prolongarse indefinidamente.
Marcelo y su compañera trabajaban en su país cosiendo en una fábrica de ropa. El viaje a España lo hicieron por separado pero con contratos de trabajo. Ella en un restaurante, en el que continúa de momento, y él en un almacén de informática. Cada mes que pasa se desvanece un poco más la esperanza de encontrar trabajo. “Quiero ayudarla a ella, que soporta toda la carga familiar“, comenta.
Acceder al mercado laboral es muy difícil a raíz de la crisis, más “si no hay un título que presentar“, lamenta un familiar. Marcelo no tiene problemas en trabajar “en lo que sea“, pero sí “dificultad” para encontrar esa oportunidad. “Si esto no mejora, no podemos seguir así“, afirma con un acento que pese a los tres años en España continúa muy marcado. Con cinco de familia, una casa y sólo un sueldo se hace cuesta arriba llegar a fin de mes. “Cuando llegué las cosas estaban mejor, pero ahora es horrible“, subraya su compañera.
Si llega el momento, se irá toda la familia: los cinco. “Las cosas cambian, los niños son grandes y ya no nos vamos a separar“, argumentan. La hija mayor, con 17 años, ni se lo plantea. A los dos pequeños tampoco les apetece. “Cuando se portan mal o los tenemos que castigar les decimos: ¡Mira, que te mando para la República Dominicana!“, apunta Marcelo. Sus hijos, que pasaron dos años allí sin sus padres, les replican: “Nos iremos si vosotros vais también“.

LA PATERA



'Coger una patera allí es como ir al supermercado; todo el mundo habla de ello, hasta el más ingenuo conoce a uno que se dedica a llevar a la gente'. Fatiha Nadir, de 22 años, se embarcó embarazada y alumbró a Sheima a bordo de la patera que la trasladaba por quinta vez de El Aaiún a Canarias. 'Si me devuelven a Marruecos, me embarcaré de nuevo con mi bebé', cuenta a EL PAÍS sólo un mes después de llegar a las islas con Sheima en los brazos.
'Si me expulsan otra vez, tomaré a mi bebé y volveré a embarcarme hasta que se cansen'
Luce el sol en la blanca sonrisa de Fatiha Nadir. Hoy vive, de manera temporal, en el Centro de Acogida Udjiama de Miller Bajo (en Las Palmas de Gran Canaria), junto a 90 hombres, 47 mujeres y 13 niños de 16 nacionalidades. Su sueño es encontrar un trabajo en esta misma ciudad. Su pesadilla es que se resuelva y ejecute el expediente de expulsión que se abrió en su causa. Si la desgracia ocurre, Fatiha anuncia que nada más poner los pies en Marruecos cogerá 'otra patera' con su bebé 'para volver a las islas'.
'Allí no tengo nada', explica en hassania, su lengua materna saharaui, y regala completa la historia de su vida: 'Nací hace 22 años en Jrebga, cerca de Casablanca. Mi madre murió cuando tenía dos años. Mi padre, albañil, se casó con otra mujer, que, a sus espaldas y sin él saberlo, me pegaba y no me daba de comer. Luego vino otra mujer, y otra. Fue una tormenta hasta los 16 años. Mi padre y yo fuimos a El Aaiún. Él regresó, pero yo me quedé trabajando en unas naves con el pescado. Compartía casa con otra mujer, pero trabajaba de ocho de la mañana a doce de la noche, en muy malas condiciones, por muy poco dinero'.
Durante cinco años, Fatiha Nadir fue alimentando la idea de salir de allí. Reunió 80.000 reales saharianos para embarcarse en una patera que la llevara a Canarias, un precio muy por debajo de lo que tienen que pagar los hombres subsaharianos por el mismo trayecto. 'Coger una patera allí es como aquí ir al supermercado; todo el mundo habla de ello, hasta el más ingenuo conoce a uno que se dedica a llevar a la gente'. En dos ocasiones se une a los al haraga (literalmente, los quemados), lo intenta, llega a las islas, es detenida y repatriada.
Con 22 años queda embarazada y lo intenta otras dos veces más con el resultado anterior: viaje-detención-repatriación. Su médico le anuncia que apenas le quedan diez días para dar a luz y, sin pensárselo, se acerca al puerto y le dice al patrón la frase que muchos han pronunciado en El Aaiún y Tarfaia, dos de los principales puertos base de las mafias que trafican con este drama: lahi nahrag (quiero embarcar en una patera). Esta vez lo hace de forma gratuita. 'Allí no tenía ni medios ni condiciones para educar a mi hija; la única esperanza de estar juntas era que naciera aquí. Si no me la habrían quitado por no poder mantenerla'.
La noche del 25 de abril, Fatiha Nadir, con su hija en el vientre, embarcó en una patera con 21 hombres y un patrón. 'Estaba tan nerviosa que no recuerdo cómo estaba el mar, si hacía frío o si había luna'. Cuando ya estaban a medio camino, la niña no espera y decide que el mar comparta su maternidad. Mientras el resto de hombres miran, el patrón la ayuda a parir. 'Nunca había sentido tanto dolor', reconoce. Hasta tal punto llegó su sufrimiento que no pudo siquiera ver cómo el patrón lavaba a Sheima y la envolvía en ropa limpia. Se desmayó. No supo de la interceptación por parte de una patrullera de la Guardia Civil que los remolcó a Lanzarote. Y, al día siguiente, despertó. Llena de puntos, pero viva. Con 'muchos dolores', pero con Sheima a su lado.
No conoce a nadie, no habla español, no sabe leer ni escribir, no recibe dinero de nadie. No tiene nada y, sin embargo, la felicidad inunda la cara de Fatiha Nadir. La estancia máxima en el centro Udjiama es de dos meses, aunque su caso se tratará como una excepción hasta que se resuelva, comentan fuentes de Cruz Roja que lo gestionan. No ha hablado con ninguna autoridad española o de su país, pero anuncia de forma contundente que, en caso de repatriación, 'volveré a embarcarme con la niña hasta que se cansen'.

EL VIAJE DE SAID




El objetivo es contar esta historia desde la
otra orilla, desde la perspectiva de un niño
marroquí. Desde el profundo amor que
siento por Marruecos y su gente, quiero
tender este puente de fantasía irónica,
dirigido principalmente a los jóvenes
marroquíes, cuyas expectativas sobre
España están claramente distorsionadas
por la necesidad de encontrar un futuro un
poco mas esperanzador.
Muchas familias cuentan con algún
miembro ahogado y son conscientes de las
pocas posibilidades que tienen de "triunfar".