jueves, 13 de enero de 2011

LA PATERA



'Coger una patera allí es como ir al supermercado; todo el mundo habla de ello, hasta el más ingenuo conoce a uno que se dedica a llevar a la gente'. Fatiha Nadir, de 22 años, se embarcó embarazada y alumbró a Sheima a bordo de la patera que la trasladaba por quinta vez de El Aaiún a Canarias. 'Si me devuelven a Marruecos, me embarcaré de nuevo con mi bebé', cuenta a EL PAÍS sólo un mes después de llegar a las islas con Sheima en los brazos.
'Si me expulsan otra vez, tomaré a mi bebé y volveré a embarcarme hasta que se cansen'
Luce el sol en la blanca sonrisa de Fatiha Nadir. Hoy vive, de manera temporal, en el Centro de Acogida Udjiama de Miller Bajo (en Las Palmas de Gran Canaria), junto a 90 hombres, 47 mujeres y 13 niños de 16 nacionalidades. Su sueño es encontrar un trabajo en esta misma ciudad. Su pesadilla es que se resuelva y ejecute el expediente de expulsión que se abrió en su causa. Si la desgracia ocurre, Fatiha anuncia que nada más poner los pies en Marruecos cogerá 'otra patera' con su bebé 'para volver a las islas'.
'Allí no tengo nada', explica en hassania, su lengua materna saharaui, y regala completa la historia de su vida: 'Nací hace 22 años en Jrebga, cerca de Casablanca. Mi madre murió cuando tenía dos años. Mi padre, albañil, se casó con otra mujer, que, a sus espaldas y sin él saberlo, me pegaba y no me daba de comer. Luego vino otra mujer, y otra. Fue una tormenta hasta los 16 años. Mi padre y yo fuimos a El Aaiún. Él regresó, pero yo me quedé trabajando en unas naves con el pescado. Compartía casa con otra mujer, pero trabajaba de ocho de la mañana a doce de la noche, en muy malas condiciones, por muy poco dinero'.
Durante cinco años, Fatiha Nadir fue alimentando la idea de salir de allí. Reunió 80.000 reales saharianos para embarcarse en una patera que la llevara a Canarias, un precio muy por debajo de lo que tienen que pagar los hombres subsaharianos por el mismo trayecto. 'Coger una patera allí es como aquí ir al supermercado; todo el mundo habla de ello, hasta el más ingenuo conoce a uno que se dedica a llevar a la gente'. En dos ocasiones se une a los al haraga (literalmente, los quemados), lo intenta, llega a las islas, es detenida y repatriada.
Con 22 años queda embarazada y lo intenta otras dos veces más con el resultado anterior: viaje-detención-repatriación. Su médico le anuncia que apenas le quedan diez días para dar a luz y, sin pensárselo, se acerca al puerto y le dice al patrón la frase que muchos han pronunciado en El Aaiún y Tarfaia, dos de los principales puertos base de las mafias que trafican con este drama: lahi nahrag (quiero embarcar en una patera). Esta vez lo hace de forma gratuita. 'Allí no tenía ni medios ni condiciones para educar a mi hija; la única esperanza de estar juntas era que naciera aquí. Si no me la habrían quitado por no poder mantenerla'.
La noche del 25 de abril, Fatiha Nadir, con su hija en el vientre, embarcó en una patera con 21 hombres y un patrón. 'Estaba tan nerviosa que no recuerdo cómo estaba el mar, si hacía frío o si había luna'. Cuando ya estaban a medio camino, la niña no espera y decide que el mar comparta su maternidad. Mientras el resto de hombres miran, el patrón la ayuda a parir. 'Nunca había sentido tanto dolor', reconoce. Hasta tal punto llegó su sufrimiento que no pudo siquiera ver cómo el patrón lavaba a Sheima y la envolvía en ropa limpia. Se desmayó. No supo de la interceptación por parte de una patrullera de la Guardia Civil que los remolcó a Lanzarote. Y, al día siguiente, despertó. Llena de puntos, pero viva. Con 'muchos dolores', pero con Sheima a su lado.
No conoce a nadie, no habla español, no sabe leer ni escribir, no recibe dinero de nadie. No tiene nada y, sin embargo, la felicidad inunda la cara de Fatiha Nadir. La estancia máxima en el centro Udjiama es de dos meses, aunque su caso se tratará como una excepción hasta que se resuelva, comentan fuentes de Cruz Roja que lo gestionan. No ha hablado con ninguna autoridad española o de su país, pero anuncia de forma contundente que, en caso de repatriación, 'volveré a embarcarme con la niña hasta que se cansen'.

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